La ciberseguridad es una cuestión de estado

Las Rozas, epicentro de la Ciberseguridad, gracias a los acuerdos con INCIBE y al Plan de acción contra la ciberdelincuencia

Vicealcalde del Ayuntamiento de Las Rozas y vicepresidente de Las Rozas Innova

Vivimos en un tiempo incierto, la evolución humana se ha disparado en estas últimas décadas. No hay duda de que la revolución digital nos ha introducido en una nueva era. Solo necesitamos algo de perspectiva histórica, para poner el tiempo exacto del punto de inflexión. En esta revolución mundial le ha tocado el turno a la tecnología, es decir, la aplicación de la ciencia, que ha ido revolucionando el mundo para hacerlo más conocido, dominarlo mejor y para mejorar la vida de las personas.

En los últimos tiempos no hemos parado de evolucionar tecnológicamente. La única constante conocida ha sido el cambio. Sin lugar a duda, es tiempo de bonanzas para los que compartimos la pasión por nuevas tecnologías, y por su aplicación para resolver retos que parecían imposibles. La tecnología tiene la capacidad de ampliar los límites conocidos, es decir, de transformar el mundo. Isaac Asimov nos lo dio a conocer con sus tres famosas leyes de la robótica al servicio del ser humano.

La aceleración en el proceso tecnológico está garantizando recursos que hasta ahora eran escasos. Ejemplos como la IA y la realidad aumentada, y el aluvión de diferentes tecnologías están reinventado el mundo que conocemos en todas sus facetas, pero desgraciadamente no solo para buenos fines.

La función de los gobernantes es seguir el rastro de estas oleadas en la sociedad y poner especial atención a su impacto en nuestras vidas cotidianas. Por eso, también nos fijamos en los riesgos que pueden poner en peligro los avances que ya hemos conseguido. Un nuevo cambio de era necesita un fuerte liderazgo político para responder a los desafíos y cambios que desdibujan el mundo conocido

La función de los gobernantes es seguir el rastro de estas oleadas y poner especial atención a su impacto en nuestras vidas cotidianas. (…) También nos fijamos en los riesgos que pueden poner en peligro los avances que ya hemos conseguido.

Uno de estos riesgos es la Ciberdelincuencia. Igual que la tecnología, el cibercrimen ha estado presente desde hace muchos años, pero también como la tecnología, es ahora, cuando está más presente. En 2023 el cibercrimen movió más dinero que el tráfico de drogas en todo el mundo. Hoy decimos que es la tercera economía mundial. No es para menos, los ciberdelincuentes arriesgan poco a la hora de establecer sus ataques. No ponen en riesgo su vida como lo haría un atracador de bancos. Trabajan cómodamente desde sus casas. La policía no los puede ver porque no se puede patrullar las redes como se patrullan las calles.

Ante esta situación, los gobiernos no podemos dejar atrás a las personas. Ser víctima de un ciberdelito tiene una connotación traumática. Un sentimiento de enfado, soledad, confusión e impotencia que desola a las víctimas.

Desgraciadamente vivimos todavía alejados de hacer un fuerte muro contra estos crímenes. Mientras bajan los delitos comunes en muchas ciudades, con buenos planes de seguridad, como por ejemplo en Las Rozas, los ciberdelitos aumentan exponencialmente. No hay fronteras, no hay elementos tangibles y muchos delincuentes están amparados por sus países de origen.

La Ciberseguridad no es solo una preocupación de los profesionales de la informática. Cada vez utilizamos más la tecnología, incluso las administraciones públicas estamos obligadas a gestionar y tramitar expedientes de manera electrónica, y facilitar el uso de canales telemáticos a los ciudadanos que deseen utilizarlos, por eso, debemos de ser los primeros en tomar medidas para protegernos.

La Ciberseguridad es una cuestión de Estado. Todas las administraciones, instituciones y agentes sociales debemos unirnos en la lucha contra esta lacra.

Hay famosísimos e incontables ataques cibernéticos que han abierto informativos en los medios de comunicación. No corresponde aquí citarlos, pero hace cierto que solo la concienciación no puede ser la solución.

Los ataques cada vez son más sofisticados con nombres espeluznantes: grooming, keylogging, malware, phishing, ramsomware, spoofing, son solo algunos de estos nombres que nos ponen los pelos de punta.

Y frente a esto, tenemos que poner la mayor prudencia que podamos, estar alerta de cualquier elemento sospechoso, mantener copias de seguridad actualizadas, evitar páginas donde todo parece fácil, cambiar contraseñas con frecuencia, formarse y dejarse asesorar por quienes saben de esta materia.

En Las Rozas, damos un paso más y añadimos muchas propuestas a esta prudencia. Tenemos acuerdos con INCIBE en materia educativa para formación y concienciación, y también en materia de innovación con incubadoras, aceleradoras y talleres, y estamos trabajando en un Plan de acción contra la Ciberdelincuencia. Lo haremos junto a las empresas, organismos e instituciones que formen parte de este ecosistema, sin dejar atrás la formación y la concienciación, pero dando un salto para hacer de Las Rozas el epicentro de la Ciberseguridad.